martes, 19 de mayo de 2009

El número PI

Cuando los filósofos pitagóricos enseñaron que Todo es Número y que los números son los jeroglíficos o símbolos sagrados de las Ideas que rigen la Naturaleza es porque pensaban (¿o sabían?) que vivir en el mundo de los sentidos es como vivir en una caverna, limitados y que el único modo que tiene el alma de conocer la realidad, pura es con el ojo de la Inteligencia. Y lo que este percibe no son la sombra de las sensaciones sino las cristalizaciones de la razón, es decir, los números. Platón, heredero de estas enseñanzas insistía en que los números no son abstracción de una cantidad sino que son el único modo que tenemos de tornar inteligible esa cantidad. Los números no derivan de las medidas, sino estas de los números, pues es la razón quien, a través de los números puede medir, pesar...ordenar el caos de las sensaciones en ritmos o en figuras (números, en definitiva)
Existe un número que expresa una relación geométrica, la que existe entre la circunferencia y su diámetro, el número PI: La circunferencia es PI veces el diámetro. Este número (¿es un número o es el Fiat Lux de la Mente Divina que da origen a los números?¿es un número, inmóvil, como son todos los números o es el “Uno que se suma” de la Matemática Sagrada antigua?) es considerado por los matemáticos actuales como un número trascendental, extraños números estos que expresan funciones pero que no pueden ser la solución de una ecuación algebraica.
En la Matemática de las Antiguas Civilizaciones PI es mucho más que eso, es el origen de las medidas, es la quintaesencia de nuestro universo dinámico, es el símbolo numérico de la energía creadora (formadora), sostenedora y destructora que rige la naturaleza en todos sus planos. Es uno de los Números Sagrados, el que expresa la irrupción del espíritu en la materia, o la cristalización en formas de lo indefinido, la relación entre lo conocido y lo desconocido (entre lo uno y lo otro), entre lo limitado y lo ilimitado, entre el Ser y el Existir, entre la unidad y la multiplicidad, entre lo permanente y lo efímero, lo homogéneo y lo heterogéneo, entre el Hombre Cuadrado (material) y el Hombre Pentágono (espiritual) de Vitrubio, entre lo curvo y lo recto; naturalezas disímiles siempre e irreconciliables. En todas las Escuelas Esotéricas de todos los tiempos fue conocido como el número llave del Movimiento en la Naturaleza, o sea, símbolo de su dinamismo, que nace siempre de la contradicción entre estos eternos pares de opuestos que mencionamos. Para estos sabios, PI, la relación no “satisfecha” entre la circunferencia (con que inician todas las teogonías), y el doble diámetro, es lo que origina el primer movimiento, el giro de la cruz, la esvástica, que puede ser dextrógira (girando hacia la derecha) y levógira (hacia la izquierda). La misma palabra sánscrita “esvástica” (tristemente conocida por el uso que hizo de ella el nazismo), llamada “cruz bendita” o “tetragamma”, significa, etimológicamente, “la que se agita por sí misma”, o sea, la voluntad creadora, el primer movimiento. Decimos relación “no satisfecha” entre la circunferencia y el diámetro porque PI no se puede expresar como un número racional, como una fracción simple, como una relación numérica. Los infinitos decimales que presenta en una danza “aleatoria”, es la danza misma de la vida, el perpetuo solve et coagula en la Naturaleza y que estudia la Alquimia.
Santo número PI, que expresa el Fuego primero, el Pilar que sostiene íntegramente la Naturaleza y cuyo símbolo, la letra Π griega, adoptada –más bien divulgada- por el matemático Euler es como la Puerta de un Templo que nos permite penetrar los Misterios de la Creación, pues todo aquello que vive y palpita surge y vive en PI pues Igne Natura Renovatur Integra ( “Toda la Naturaleza –es y- será Renovada por el Fuego”, lema de los Alquimistas que consideraban a Cristo como el Alma Divina crucificada en la Naturaleza, y que tradujeron así las letras INRI), y ese Fuego que crea, transforma, renueva y consume no es sino PI.